Programa de estimulación sensorial es como llaman a este tipo de «terapia» aquellos que quieren vivir a costa de la desesperación de muchas familias por intentar ayudar a sus hijos. Alfred Tomatis fue un otorrinolaringólogo francés que dimitió del Colegio de Médicos antes de que lo expulsaran por plantear una metodología no basada en la evidencia científica. En la propia página web y en algún artículo de vendehumos, que ni voy a citar por no dar más bombo a algo que no tiene sustento científico, hablan de las intuiciones adelantadas a su tiempo que tuvo este señor «utilizando música modificada para estimular las interconexiones entre el oído y el sistema nervioso» con la finalidad de «integrar aspectos del desarrollo humano y el comportamiento».

¿Pero qué dicen los estudios sobre las llamadas terapias auditivas? Seguro que os suena aquello de reeducación auditiva, integración auditiva, estimulación neuroauditiva… además de Tomatis, Berard, SENA y un largo etc. Este tipo de «terapias» las solemos ver en centros donde también promueven la Optometría Comportamental y las <terapias visuales para dificultades de aprendizaje o TDAH>, otra patraña sobre la que hablo EN ESTA OTRA ENTRADA 🔍.

Mismo perro con distinto collar.

Partimos de una búsqueda bastante infructuosa en la literatura científica sobre esta «metodología», a excepción de algunos autores con un más que obvio conflicto de intereses al pertenecer a centros que venden este tipo de intervenciones. Una simple ojeada rápida a Pubmed tratando de encontrar revisiones sistemáticas, metaanálisis o ensayos controlados aleatorizados, expone de entrada que en cuarenta años apenas hay nada.

Si el señor Tomatis hubiese sido un adelantado a su tiempo «criticado por el desconocimiento que había en la época sobre el funcionamiento del cerebro», como señalan sus adeptos, hoy día que sabemos mucho más, la comunidad científica se habría puesto en pie para aplaudir a este pionero.

Tomatis, método Berard, estimulación neuro-auditiva SENA y el Efecto Mozart

Muchas familias consideran métodos alternativos de tratamiento, quizá por ver que los resultados con terapias tradicionales tardan en aparecer mientras tienen que seguir lidiando con grandes dificultades en lenguaje, control de esfínteres, inhibición y toda la miríada de problemas que aparecen, según el grado de afectación, en el autismo, que es un trastorno grave del desarrollo neurológico cuyas características diagnósticas y formas de intervención expuse ESPECÍFICAMENTE EN ESTA ENTRADA 🔍.

Depender de tratamientos a priori ¿no dañinos?, pero potencialmente ineficaces, puede hacer que se desperdicie un tiempo valioso que podría ser utilizado en formas terapéuticas y educativas más productivas (Baranek 2002). En este mismo artículo, el autor cita otro tratamiento controvertido que muestra un beneficio limitado o nulo: la Terapia de Integración Auditiva (AIT) o Método Berard.

Hasta 2007, antes de esta revisión breve de Corbett, Shickman y Ferrer, los autores señalan que no ha habido estudios bien controlados y diseñados experimentalmente de revistas revisadas por pares que examinen la eficacia de Tomatis en el autismo.

Los que proponen la eficacia de este método, hipotetizan lo siguiente: «modulando la señal acústica atenuando los sonidos de baja frecuencia y amplificando las frecuencias altas, el niño podrá enfocar gradualmente la escucha en las frecuencias del lenguaje, lo que mejora el comportamiento y la comunicación en la etapa preverbal».

Ante esto, el objetivo principal del estudio de Corbett et.al fue determinar si el tratamiento con Tomatis contribuye a la mejora del vocabulario receptivo y expresivo en niños con autismo. El estudio utilizó un diseño aleatorizado con doble ciego y controlado con placebo. Cada sujeto escuchó tres piezas diferentes de música de Mozart producida profesionalmente y una de canto gregoriano por ser los estímulos que se utilizan en este tipo de terapia (¿os suena el cuento del ‘Efecto Mozart’?… Ojo, que esto nada tiene que ver con la Cognición Musical, no confundir).

Lo hicieron durante dos horas al día a lo largo de dos meses de intervención, pasando el sonido por el llamado auricular de oído electrónico (EE) para su atenuación y modulación. La condición placebo involucraba escuchar CDs de canto gregoriano y Mozart producidos comercialmente y no usar la EE. Las evaluaciones mediante el ADOS-G, la Stanford-Binet Intelligence Scale (SB4), el test Peabody Picture Vocabulary (PPVT-III) y el Expressive One Word Vocabulary (EOWVT) se realizaron en la línea de base, en el punto medio y en la conclusión del estudio.

Los resultados no mostraron diferencias significativas en las mediciones del lenguaje entre los grupos atribuidos a la condición de tratamiento. En cuanto al lenguaje receptivo, hubo una tendencia general para que los participantes progresaran o se desarrollaran de manera lineal. Todos los sujetos mostraron mejoría en sus habilidades lingüísticas con el tiempo; sin embargo, el cambio no pareció relacionado con la condición del tratamiento. No está claro si la mejora está asociada con el progreso general del desarrollo o algún otro factor. Variables como la edad y el nivel de funcionamiento al inicio del tratamiento deben ser cuidadosamente consideradas al evaluar el resultado, puesto que los autores no pudieron controlar los posibles efectos al ser un diseño aleatorizado.

En ningún caso los resultados demostraron una mejoría específica del lenguaje receptivo y expresivo en niños con autismo. Hasta esa fecha fue el único diseño experimental sobre el método Tomatis y debido a ello no pudieron afirmar inequívocamente que no reporte algún tipo de beneficio. No obstante, concluyen que los resultados no proporcionan evidencia del supuesto beneficio del tratamiento en comparación con la música sola, un hallazgo similar a los estudios de AIT que indica una falta de apoyo empírico o hallazgos poco convincentes para el uso en el autismo (Dawson y Watling 2000).

Últimas investigaciones sobre la Terapia Auditiva para Autismo

La Academia Americana de Pediatría emitió un comunicado (Myers, 2007), reafirmado posteriormente en 2010, donde señalaba la falta de beneficios de la Terapia de Integración Auditiva basada en esta revisión de Cochrane y los problemas metodológicos asociados con la investigación disponible. También hay preocupaciones sobre la validez y la base teórica de la terapia (Gravel 1994).

En dicha revisión advierten sobre la limitación en la síntesis de datos debido a la heterogeneidad estadística y clínica de los diferentes estudios, indicando que los dos más grandes (Bettison 1996; Zollweg 1997) no reportaron una diferencia entre el tratamiento y las condiciones de control.

Un pequeño ensayo cruzado (Mudford 2000) tampoco reportó beneficios a largo plazo de la AIT. Tres ensayos pequeños reportaron una mejora en las puntuaciones de la ‘Aberrant Behavoir Checklist’ (ABC) en el grupo AIT a los tres meses, pero la relevancia clínica de estos resultados es incierta porque la puntuación total de la ABC no es, según el propio creador del instrumento, un resultado clínicamente significativo (Aman 1986). El autor del instrumento ha declarado que el uso de una ‘puntuación anormal total’ es incorrecto e inconsistente con el diseño del instrumento.

Así mismo, dejan constancia que la falta a la hora de encontrar ensayos que impliquen el uso de otras terapias de sonido para individuos con TEA ilustra aún más la escasez de información revisada por pares. Sólo en el estudio de Bettison, donde se utilizaron dos listas estandarizadas de control del comportamiento, se realizó un análisis de potencia para calcular el tamaño de la muestra e incluyó un total de 80 participantes. Este estudio no demostró una diferencia entre el tratamiento y las condiciones de control.

Posibles riesgos de las llamadas Terapias de Estimulación Auditiva

Cabe preguntarse si el uso de este tipo de terapias comporta algún riesgo para la salud, además de privar a los niños de tratamientos tempranos y de eficacia contrastada.

Se han planteado preguntas sobre los posibles daños de AIT, en particular sobre si los niveles de salida de las máquinas exceden los límites de seguridad. En 1998, Lucker concluyó que este tipo de intervenciones no pondrán a los oyentes en riesgo de pérdida auditiva siempre y cuando los practicantes usen ajustes más bajos que los máximos que pueden alcanzar estos dispositivos.

En la revisión publicada en Cochrane, los autores expresan su preocupación sobre la continuación de la práctica de las terapias de integración auditiva en todo el mundo, a pesar de las pruebas que muestran que es un tratamiento experimental en el mejor de los casos, y que sólo puede estar disponible a un costo financiero considerable para las familias.

Además de esto, se debe tener cuidado de no correr el riesgo de pérdida auditiva y concluyen recomendando que, ante la falta de evidencia de que el entrenamiento de integración auditiva u otras terapias de sonido sean eficaces para el autismo, se desaconseja incluso la investigación futura en este sentido.

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