Los comportamientos de riesgo para la salud que contribuyen a las principales causas de morbilidad y mortalidad entre jóvenes y adultos se establecen habitualmente durante la niñez y la adolescencia, se extienden hasta la edad adulta, están interrelacionados y se pueden prevenir (CDC, 2007). Las decisiones sobre cómo y cuándo intervenir podrían conducir a diferentes resultados, efectos secundarios y maneras distintas de abordar los problemas dentro de las culturas y entornos, por eso la prevención ha adoptado un enfoque de desarrollo centrado en los niños y los adolescentes, a fin de facilitar trayectorias que den resultados positivos.
La conducta suicida es un fenómeno complejo, multicausal y multidimensional cuya delimitación, abordaje, tratamiento y prevención requiere de un enfoque amplio que incluya variables biológicas, psicológicas y sociales (Fonseca-Pedrero et al., 2019). Debemos detectar y comprender los síntomas que presenta el individuo, el riesgo de desarrollar síntomas en el futuro y el pronóstico general.
¿Se puede prevenir? Las investigaciones indican que un 45% de las personas que se suicidan acudieron a su médico de atención primaria en el mes previo y hasta un 77% durante el año anterior, ascendiendo esta cifra el 90% si hablamos de adolescentes (McCarty et al., 2011).
Más de 800.000 personas se suicidan cada año (OMS, 2014). El suicidio consumado en población adolescente y adultos jóvenes (15-29 años) es la segunda causa de muerte a nivel mundial. En este metaanálisis (Lim et al., 2019) se encontró que, para adolescentes, la prevalencia anual de intento de suicidio fue del 4,5% y la de ideación suicida del 14,2%. En España la de intento de suicidio es del 4% y la de ideación un 30%.
En el último informe sobre causas de muerte en España del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2022), se revela que 4.227 personas se quitaron la vida ese año. Del total, 87 eran menores de 20 años entre los que también hay niños. A esta cifra habría que añadirle casos que no se contabilizan por diversas circunstancias, así como tener en cuenta las tentativas de suicidio que no llegan a consumarse y la ideación y planificación.
Causas del suicidio
Existen multitud de modelos teóricos que pretenden determinar la etiología o causa que subyace a la conducta suicida, pero todos se fundamentan de una manera u otra en el modelo clásico de vulnerabilidad-estrés. Dos personas pueden desarrollar la misma conducta suicida mediante mecanismos etiológicos diferentes, de la misma manera que los mismos mecanismos causales pueden dar lugar a diferentes tipos de conductas suicidas. A día de hoy, dichos mecanismos son apenas comprendidos (Cha et al., 2018).
Los modelos más actuales de conducta suicida son los de O’Connor y Portzky, 2018 y en España tenemos el trabajo de Fonseca-Pedrero y Pérez Albéniz donde muestran un modelo de red de conducta suicida, salud mental y bienestar emocional en adolescentes donde cada persona tendría una red propia que puede conducir, o no, a un determinado comportamiento suicida en función de la interacción entre el estado mental, la carga de estrés ambiental y el grado de resiliencia o resistencia.
D1- Conducta de suicidio
D2- Bienestar emocional
D3- Síntomas de depresión
D4- Problemas emocionales
D5- Problemas de conducta
D6- Problemas con los compañeros
D7- Hiperactividad
D8- Conducta prosocial
D9- Toma de perspectiva
D10- Fantasía
D11- Preocupación empática
D12- Malestar personal
D13- Atención emocional
D14- Claridad emocional
D15- Reparación emocional
D16- Reevaluación cognitiva
D17- Supresión (regulación emocional)
D18- Afecto positivo
D19- Afecto negativo
D20- Autoestima
Detección y Prevención de la CONDUCTA suicida
La prevención ha sido conceptualizada desde los años sesenta con Caplan a la cabeza (prevención primaria, secundaria y terciaria) o Gordon un par de décadas después (prevención universal, selectiva, indicada), pero en el siglo XXI entendemos la prevención dentro de un amplio abanico de posibilidades, desde detener un comportamiento problemático para que nunca ocurra a promover políticas institucionales, comunitarias y gubernamentales que fomentan el bienestar físico, social y emocional de la comunidad en general; pasando por retrasar el inicio de dicha conducta problema, reducir el impacto de la misma o bien fortalecer el conocimiento, las actitudes y el tipo de conducta que impulsan el bienestar emocional y físico (Romano & Hage, 2000).
Numerosos estudios han demostrado que la prevención en salud mental es necesaria:
1.- La evidencia científica sugiere que las enfermedades y trastornos mentales están vinculadas a otros problemas crónicos de salud (Volgelzangs et al., 2008).
2.- Se ha demostrado la eficacia de la prevención para mejorar el funcionamiento humano y reducir el sufrimiento psicológico (Catalano et al., 2002).
3.-Los servicios e intervenciones de prevención contribuyen a promover la salud y el bienestar de las personas, las comunidades y las naciones (OMS, 2008).
4.- La expansión de los servicios preventivos reduce los costos de la atención de la salud mental (Tolan & Dodge, 2005).
5.- Desde la infancia hasta la edad adulta, el acceso a servicios e intervenciones preventivas es importante para mejorar la calidad de vida y el funcionamiento humano y reducir la enfermedad y la muerte prematura (Grunberg & Klein, 2009).
6.- Las intervenciones tempranas y focalizadas pueden limitar la duración y la gravedad de los síntomas y mejorar el funcionamiento (Durlak, Weissberg, & Pachan, 2010).
7.- Los beneficios de la prevención se han demostrado mediante la reducción de las enfermedades y los comportamientos problemáticos, la mejora del funcionamiento humano y la posibilidad de reducir los costos de la atención de la salud (Durlak, Weissberg, & Pachan, 2010).
La comprensión de la conducta suicida implica reconocer la existencia de factores de riesgo y de protección, así como factores precipitantes, sabiendo que estos pueden estar presentes también en otras problemáticas como indiqué en CAUSAS DEL ABANDONO ESCOLAR 🔍.
- Factores de riesgo: a nivel individual destaca la existencia de trastornos como el TCA, de ansiedad, de personalidad, depresión mayor, etc; factores psicológicos como la desesperanza, una baja autoestima, rigidez cognitiva, falta de habilidades sociales o déficit en resolución de problemas; y otros como discapacidad o dolor crónico, así como haber intentado suicidarse en otras ocasiones. También hay factores familiares y contextuales que influyen: acontecimientos estresantes, falta de apoyo, nivel socioeconómico, situación laboral, bajo nivel educativo, historia de maltrato físico y abuso sexual, bullying y ciberbullying o fácil acceso a medios de suicidio.
- Factores precipitantes: problemas con el grupo de iguales (peleas, primeras relaciones, cambio de grupo, rupturas amorosas), acontecimientos vitales estresantes, PREOCUPACIÓN EXCESIVA Y RUMIACIÓN, conflictos familiares o dificultades de aprendizaje.
- Factores protectores: estrategias de afrontamiento positivas, locus de control interno, relaciones personales cercanas y satisfactorias, buen nivel educativo, actitudes y valores positivos hacia la vida.
El proceso de detección debe estar basado en los modelos psicológicos teóricos con mayor respaldo científico. Además de conocer los factores mencionados y saber detectarlos, se debe reconocer el estado de salud mental general, para lo que el profesional debe estar cualificado y debidamente formado. En el ámbito educativo, tanto este como otros asuntos deben ser tratados por Psicólogos Especialistas en Educación, sin olvidar que tan importante como una buena evaluación inicial son las fases de monitorización y seguimiento del caso.
¿Qué hago si un alumno amenaza con suicidarse?
Siempre que sospechemos o conozcamos situaciones de riesgo relacionadas con el comportamiento suicida (no sólo la comunicación de realizar el acto, sino también la ideación o un cambio de comportamiento llamativo), deberemos seguir un protocolo de seguridad e intervención que incluya al menos dos cosas:
✔️ Estrategias de prevención
✔️ Estrategias de actuación
En el ámbito educativo se deben seguir protocolos de seguridad e intervención realizados por profesionales de la psicología y especializados en educación, como este de Jose Antonio Luengo, actualizado a 2021.
Otro material interesante es el del presidente de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (AIPIS), Javier Jiménez Pietropaolo. Este psicólogo clínico elaboró, junto con una serie de colaboradores, esta guía para docentes de la Comunidad de Madrid.
¿Qué señales de alarma debemos tener en cuenta?
- Visión negativa de la vida, del futuro y de uno mismo
- Cambios en el comportamiento
- Caída significativa del rendimiento académico
- Dificultades para concentrarse
- Preocupación o síntomas de ansiedad inusuales
- Somatizaciones
- Cambios en los hábitos de sueño y/o alimentación
- Uso inesperado de alcohol y drogas
- Cambios de humor
Programas PSICOEDUCATIVOS de PREVENCIÓN en Salud Mental para niños y adolescentes
Los programas de prevención deben seleccionarse en base a una cuidadosa revisión con el objeto de elegir aquellos que estén empíricamente respaldados en su contexto específico. Por tanto, los psicólogos tienen que mantenerse al día sobre los resultados más actualizados de la investigación y ofrecer así la mayor garantía según la población y los objetivos identificados.
Dentro del <Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU> nos encontramos con la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias, conocida por sus siglas en inglés, SAMHSA, dentro de la cual podemos acudir al ‘Centro de Recursos de Prácticas Basadas en Evidencia’. A lo largo de más de 150 resultados, localizamos una serie de programas preventivos centrados en niños y adolescentes, como pueden ser:
🔶 Aprendizaje socioemocional
🔶 Mejora de la salud mental
🔶 Ansiedad
🔶 Conductas violentas
🔶 Abuso de sustancias
🔶 Asistencia al estudiante
🔶 Prácticas educativas de apoyo
🔶 Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal (FASD)
En España, los programas evaluados eficaces son aquellos realizados sistemáticamente y que tienen actividades que promueven la capacidad de comunicación, la conducta prosocial, la capacidad para resolver conflictos pacíficamente, el desarrollo de valores ético-morales, la capacidad de empatía, la autoestima y estima de los demás; la capacidad para identificar emociones, para comprender causas y consecuencias de las emociones, así como el afrontamiento constructivo de la mismas; la destreza para gestionar emociones negativas, y para fomentar las emociones positivas; el respeto por las diferencias y la reflexión sobre los prejuicios (Garaigordobil, 2018b).
Este tipo de programas psicoeducativos pueden aplicarse en la prevención de multitud de problemáticas: bullying y ciberbullying, conductas antisociales, violencia física o psicológica, conductas de riesgo, trastornos del comportamiento, etc.
Por otra parte, un grupo de trabajo elaboró en 2011 la Guía de Práctica Clínica de Prevención y Tratamiento de la Conducta Suicida para el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, que puede servir de apoyo para los profesionales. Disponemos de otras herramientas como SENTIA (Escala de Conducta Suicida para Jóvenes, de Fonseca-Pedrero y colaboradores) y la conocida C-SSRS- Columbia-Suicide Severity Rating Scale (Posner et al., 2011).
Debemos colaborar entre todos para acabar con esta lacra que se lleva cientos de miles de vidas al año y el primer paso es la prevención desde la infancia. 🖥️ En este vídeo te hablo de los Trastornos de Conducta y cómo influyen en algunos casos de Acoso Escolar.
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